Blog de Carla Marín

El femicidio es un crimen de género, realizado por agresores cuya intención es dominar, ejercer control y negar la auto afirmación de las mujeres como sujetos de derechos a través del uso de la violencia, que no se limita a los golpes, sino que muchas veces estos sujetos acuchillan, envenenan e incluso matan a balazos a sus parejas.

Las causas más comunes son los celos, infidelidad, abandono, educación genérica desigual, dependencia emocional, baja autoestima, sobre apego, o negativa de la mujer por reiniciar una relación amorosa. Según la psicóloga forense y perito judicial chilena, Adriana Sosman, existen varias similitudes en los casos de femicidio como antecedentes de criminalidad, violencia física y psicológica y/o el abuso excesivo del alcohol y drogas. También se debe a un contexto histórico, socio cultural y familiar donde se reproducen patrones y dinámicas en las relaciones de pareja que implican violencia hacia la mujer, influenciado en gran parte por el machismo dominante en Latinoamérica, que establece que “la mujer le pertenece al hombre”, en especial cuando depende económicamente y no está inserta en el mercado laboral.

Según cifras del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, ocurre  un femicidio cada semana en Chile.  La ley 20.480 describe que «un femicidio es el asesinato de una mujer realizado por quien es o ha sido su esposo o conviviente». Este delito es la forma más extrema de violencia contra las mujeres y es una muestra de que en nuestras sociedades todavía se cree que los hombres tienen derecho a controlar la libertad y la vida de las mujeres. Las penas para quienes cometen femicidio en Chile van desde los 15 años y un día de cárcel hasta la cadena perpetua», agrega la profesional.

¿Qué hacer cuando sufres bullying por parte de tu pareja?

Si descubres que tu vida se está viendo afectada negativamente por tu pareja, con uno o varios de estos comportamientos: como burlas, críticas sobre el aspecto físico, insultos, maltrato físico o psicológico, aislamiento, control sobre amistades o familiares, celos extremos, posesión, obsesión, control de las salidas con o sin la pareja, dominio y manipulación, hostigamiento, acoso verbal o sexual, prohibición del desarrollo libre de la personalidad, menosprecio, mentiras, amenazas y/o palabras descalificadoras, ármate de valor y no permitas que esto siga sucediendo.

Una mayoría de los psicópatas que viven en la sociedad no son delincuentes o no tienen antecedentes penales; son más bien personas encantadoras con cierto carisma superficial, son estafadores, farsantes o maltratadores, pero gracias a su habilidad de manipulación no se han delatado.

La relación entre maltrato y psicopatía es relativamente elevada según los especialistas y esta coincidencia es muy frecuente en los casos de violencia de género. Aunque existen maltratadores que no son psicópatas, lo que sí es prácticamente seguro es que en el caso de psicopatías vamos a encontrar maltrato, especialmente en la familia nuclear, en la ascendente o en relaciones de pareja. Las investigaciones arrojan el dato de que entre un 1% y un 3% de la población son psicópatas, y entre un 20 y 40 por ciento de los agresores físicos de mujeres son psicópatas (Vicente Garrido, Amores que matan, 2001).  También existen mujeres psicópatas, aunque la prevalencia es mucho menor y el modus operandi puede ser muy diferente.

Cuando el maltratador es un psicópata, gracias a su inteligencia normal o incluso por encima de la media, puede manipular y explotar a la víctima de forma que el abuso físico y/o psicológico pase desapercibido para los demás e incluso para la persona maltratada que puede sentirse confundida en una especie de síndrome de Estocolmo como el que se da en personas secuestradas. El maltrato psicológico es más sutil y menos visible, aumentando en intensidad y frecuencia a medida que el psicópata o maltratador se siente más seguro, con más control sobre la relación.

En una primera fase de contacto, la víctima se considera afortunada ante los encantos y atenciones del psicópata y no se percata de los rasgos más peligrosos sencillamente porque los ocultó bajo una máscara de persona normal o incluso humanitaria; sólo cuando éste ya se siente con el control, muestra su verdadero rostro. Es probable que la víctima ya haya adquirido ciertos compromisos con el psicópata (matrimonio, hijos, negocios e incluso mascotas pueden crear un lazo más difícil de romper), o que dependa económicamente de éste, lo que disuade de protegerse y alejarse.

Al principio, no suele haber agresiones físicas, y sí maltrato psicológico en forma de humillaciones, descalificaciones o insultos, desprecio… todo destinado a la dominación y control absoluto de la víctima, ya que las personas con rasgos psicopáticos necesitan sentirse ganadores, con poder sobre las personas a las que en realidad considera objetos para utilizar en su beneficio, por lo que si consigue la obediencia de alguien de forma no violenta,  no suele arriesgarse a mostrarse con toda la crueldad de la que es capaz, y mucho menos exponerse a un arresto o procedimiento judicial.

Entre los rasgos de personalidad o patologías presentes con más frecuencia en  maltratadores y que debemos estar alertas, encontramos:

Trastorno narcisista de la personalidad: grandiosidad, necesidad de admiración, tendencia a la explotación de los demás y falta de empatía.

Trastorno disocial de la personalidad: desprecio de los derechos de los demás y falta de empatía, no respeto de las normas sociales, deshonestidad, impulsividad, incapacidad para sentir culpa o remordimientos, irresponsabilidad, incapacidad para mantener relaciones personales duraderas, muy baja tolerancia a la frustración y bajo umbral para descargar agresividad, dando incluso lugar a comportamientos violentos.

Trastorno paranoide de la personalidad: desconfianza, rencor, susceptibilidad y celos.

Adicción al alcohol u otras sustancias

¿Cómo Protegerse de los maltratadores o psicópatas?

Las siguientes recomendaciones son sólo útiles para protegerse de una relación abusiva o cuando  se ha decidido terminarla, ya que  cualquier incremento en los recursos de la víctima puede constituir una amenaza a la autoestima del maltratador o psicópata, incrementando su nivel de violencia.

1) Información oportuna y necesaria

La mayoría de las personas desconocen los rasgos que caracterizan a un psicópata por lo que resulta más fácil dejarse embaucar por ellos. Deben saber que ellos tienen una habilidad especial para intuir las debilidades y necesidades de los demás y explotarlas a su favor.  Cuanto antes se identifique que se está en las garras de un psicópata, más posibilidades de escapar o de salir indemne. Es importante conocer su personalidad, sus intenciones y lo que les motiva para protegerse y no seguir siendo sus víctimas. Investigar ayudará a comprender y a quitarse la venda de los ojos por enamoramiento, dependencia o por confusión.

2) Autoconocimiento

Observar y aceptar nuestros sentimientos, necesidades y deseos nos conecta con lo más íntimo de nuestro ser, y estar conectados con nosotros mismos nos permite sintonizarnos mejor para alcanzar nuestros objetivos y ser los dueños de nuestra vida. El autoconocimiento es un repelente para psicópatas y maltratadores.

3) Autoestima

El respeto por nosotros mismos es un factor que nos protege de personas abusivas. Reconocer nuestros puntos fuertes, cualidades y talentos es muy gratificante y fortalece nuestra autoestima, sin embargo, es más importante la aceptación incondicional de nuestros puntos débiles y defectos. Las personas con rasgos psicopáticos utilizan las cualidades de los demás para manipular; a una mujer que es compasiva por ejemplo, un psicópata  podría asustarla con suicidarse si se aleja, o a alguien generoso, hablarle de necesidades económicas. También utilizan los defectos de las víctimas para avergonzarlas y culpabilizarlas, menoscabando su autoestima.

4) Asertividad

Es la capacidad de defender nuestros derechos, de decir no y poner límites, de expresar nuestras necesidades y deseos. Cuanto menos la ejercitemos, más se debilita y más cuesta hacernos respetar y cuando más se practica es más fácil aplicarla. Hay una relación entre autoestima y asertividad, por lo que pequeños gestos de autoafirmación pueden aumentar la autoestima, y al respetarse y quererse aumenta la capacidad de expresarnos y defendernos. Los psicópatas desprecian a las personas que no les enfrentan y que se dejan abusar, incluso encuentran placentero aprovecharse de los que consideran débiles. La emoción de la rabia permite frenar el abuso, pero si hay dependencia económica o emocional puede ser más práctico primero protegerse y alejarse lo más posible.

5) Socialización

Los psicópatas y maltratadores escogen sus víctimas por su vulnerabilidad; cuanto más aisladas o menos integradas en un grupo, más susceptibles son de caer en sus garras. Es frecuente que en una relación de pareja, el maltratador aleje a personas que aprecien a su víctima, criticándolos o impidiendo de una forma u otra el contacto. Si estás en una relación de maltrato de larga duración, puede resultar difícil recuperar el trato con amigos o familia, pero es imprescindible contar con una referencia externa a esa relación destructiva.

6) Empleo

Tener un entorno laboral es otro factor de protección; además de la independencia económica que aporta un empleo, es una fuente de autoestima si el ambiente es reforzante. Si tu pareja es un maltratador, te conviene mantener tu trabajo tanto si te vas como si te quedas en esa relación destructiva. Por otra parte, los compañeros de trabajo, usuarios y clientes pueden ayudarte a ver que hay otras formas de relacionarse mucho más sanas que la del maltratador.

7) Terapia

Asistir a una terapia siempre será beneficioso para recuperar el control de tu vida, mejorar tu autoestima y evitar caer en relaciones tóxicas o destructivas.

Recuerda que eres muy importante, ¡quiérete, valórate y respétate!. De esta manera los demás podrán ver todas las cualidades que posees y atraerás nuevas oportunidades y un nuevo amor que sepa cuánto vales. Y como dice el sicólogo Walter Riso, “amar sin apegos es amar de manera independiente: sin posesión, sin angustia, sin miedos; siendo uno mismo a cada pulsación y a cada latido. Es querer al otro sin dejar de quererse uno mismo. Cuidar al ser amado y cuidar el propio yo. Entender que el amor no se suplica ni se exige y que es una construcción personal que puede gestionarse para convertirse en una experiencia plena y saludable.

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