Cuantas veces sentimos que tenemos mucho éxito y equilibrio en un área de nuestras vidas, mientras que en otra, retrocedemos, con un desbalance muy grande. No comprendemos que todos “merecemos” una vida mejor, y esto nos impide cuidarnos de una forma más plena. ¿Por qué lo hacemos? La respuesta debemos analizarla en nuestra propia incapacidad de cuidarnos, de fomentar el bienestar sicológico y sobre todo, de ser capaces de gestionar nuestras propias emociones.
La ansiedad, la incertidumbre, el miedo al futuro, a la soledad, al rechazo, son sentimientos que muchas veces no sabemos cómo manejar. Cada pensamiento tiene un impacto directo en la fisiología del cuerpo. Por ejemplo, la rabia excesiva, provoca un aumento inmediato de adrenalina y noradrenalina (las hormonas del estrés). La costumbre de dar rienda suelta a los pensamientos negativos, como el miedo o la rabia, podrían afectar la memoria y la capacidad de aprendizaje severamente, ya que el estrés prolongado, inhibe las células cerebrales del hipotálamo, que juega un rol importante en ambas funciones del cerebro.
Un modo efectivo de detener el piloto automático de los pensamientos negativos en nuestra mente es observando nuestros pensamientos sin juzgarlos. Para generar verdaderos resultados, necesitamos trabajar en conjunto 3 aspectos: los pensamientos, las emociones y el autorreconocimiento.
Lo que impulsa hacia un objetivo, según McKee, Boyatzis y Goleman, depende de la capacidad de imaginar la satisfacción que se estará al lograrlo. Luego es importante sentirnos capaces de conseguirlo y merecedores de ese éxito.
Muchas veces perdemos nuestra confianza por experiencias dolorosas del pasado, sin embargo, la confianza es algo con lo que todos nacemos, por lo que podemos recuperarla.
La Autoestima es el Cimiento de la Confianza
Según Henry David Thoreau, “lo que una persona piensa de sí misma es lo que determina o indica su destino”. La autoestima significa que nos sentimos competentes, conscientes de nuestra eficacia; poseedores de una confianza muy profunda, que va más allá de cuanto sabemos, cuánto poseemos o la cantidad de cosas que hemos logrado.
“Confía en ti porque ser feliz no es una necesidad, es un derecho”.
Creer en uno mismo es una elección y una actitud de vida, que se traduce en eliminar el “no puedo”. La vida nos ofrecerá más oportunidades si estamos abiertos y receptivos a recibirlas. Nos pasamos la vida queriendo ser diferentes a lo que somos, comprometiendo nuestro equilibrio emocional. Queremos poseer un cuerpo distinto al que tenemos, ocultar nuestros defectos y potenciar lo que nos falta, y muchas veces, ser quienes no somos. Esto nos provoca malestar e irritación. “Quiérete por lo que eres”.
Nos han enseñado a valorarnos a través de metas externas poco alcanzables para la mayoría. La sociedad vive un malestar general por metas futuras. La mayoría de las personas, una vez que han conseguido su figura deseada, siguen sin quererse, y no se dan cuenta que “amarnos es el camino para dejar atrás parte de nuestra inseguridad”.
“Amarse significa cuidar nuestro cuerpo y mente. El cuidado del cuerpo comienza desde los alimentos que elegimos para comer, como una dieta de comida saludable, para honrar nuestro templo como algo sagrado; y luego las palabras o frases que nos decimos a nosotros mismos. Muchas veces somos más compasivos con los demás que con nosotros, reprochándonos, por ejemplo, cuando no nos resultan las cosas, cuando cometemos errores, cuando no cumplimos nuestras metas, viene el saboteador interior, como una aplanadora que nos aplasta y nos derriba nuestra autoestima.
Si somos capaces de valorar nuestros atributos positivos, aceptando nuestras limitaciones, y siendo más autocompasivos con nuestros errores, tendremos una mejor imagen de nosotros mismos. Nuestro nivel de autoestima determina cómo nos relacionamos en la vida. La autoestima es independiente de las cosas externas, es un reflejo de la satisfacción por nosotros mismos. Podemos aumentar nuestro estado de ánimo positivo alimentando estados emocionales gratificantes, fomentando estilos positivos de pensamiento y no enjuiciando las cosas que nos afectan.
Para valorarnos mejor en forma equilibrada, primero tenemos que respetarnos, dándonos un voto de confianza. Una buena autoestima no depende de la opinión que los demás tengan de nosotros, sino del resultado de nuestra evaluación personal. Cuando nos valoramos, estamos aceptando nuestras características personales y la forma como nos relacionamos con nosotros mismos. Así, podemos aceptarnos como somos y querernos por lo que somos.