Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se proyecta una creciente necesidad de apoyo psicosocial para la población mundial, debido al alto crecimiento de problemas de salud mental, como: cuadros de angustia, ansiedad, depresión, insomnio y falta de concentración, entre otros síntomas, que han aumentado a raíz del confinamiento, la distancia social, los problemas económicos, la sobrecarga laboral y la incertidumbre generada por la pandemia.
En Chile, la situación de la salud mental es preocupante. La OMS ubicó a nuestro país, antes de la pandemia, entre los países con mayor carga de morbilidad por enfermedades psiquiátricas en el mundo (23,2%). La depresión mayor y los trastornos por consumo de alcohol ocupan el primer y segundo lugar en las discapacidades atribuidas entre adultos. El estrés se ha incrementado con la pandemia.
Casi un tercio de la población mayor de 15 años ha sufrido un trastorno psiquiátrico en su lapso de vida y un 22,2% ha tenido uno durante el año pasado. Los trastornos de ansiedad son los más prevalentes, seguidos por depresión mayor y trastornos por consumo de alcohol y sólo el 38,5% de quienes han sido diagnosticados reciben algún tipo de servicio de salud mental, ya sea de un especialista o un médico de atención primaria.[1]
En la última Encuesta Nacional de Salud, se detectó altos niveles de violencia intrafamiliar y en materia laboral se constató que el 22% de las licencias médicas extendidas en el país corresponden a enfermedades de carácter mental, constituyendo la primera causa de ausentismo al trabajo.
Frente a este alarmante contexto, es urgente que nuestro país incorpore leyes que permitan prevenir y afrontar con mayores recursos y herramientas para la población chilena, este tipo de problemas de salud mental.
Con la Convención Constituyente que comenzará el 11 de abril del 2021 se abren muchas posibilidades para que podamos construir los pilares de una mejor salud que incorpore mayores recursos y estrategias para afrontar este lamentable problema que estamos viviendo en Chile, y que provoca estrés, ausentismo laboral, y agudización de enfermedades o trastornos psíquicos, violencia familiar, etc., que con una prevención y tratamiento adecuados a la población, así como mayor educación que derribe los prejuicios en torno a quienes padecen este tipo de enfermedades, se pueden minimizar y llevar mayor bienestar a los chilenos.
El Estrés
El estrés es la respuesta física automática a cualquier estímulo que le requiera ajustarse a un cambio como: enfermedad, discusión fuerte, amenaza real o percibida.
Se ha comprobado científicamente la relación de las emociones con la salud y el rol del estrés, debido a hechos vitales como la muerte del cónyuge, quedarse sin trabajo o cambiarse de lugar de residencia, y las pequeñas dificultades cotidianas acumuladas, pueden llegar a representar factores de causas de diversas enfermedades.[2]
Sintomatología
- Fuertes latidos del corazón.
- Tensión muscular.
- La respiración se acelera.
- Sudoración.
Las situaciones más estresantes en la vida son:
- La muerte de un cónyuge.
- El divorcio,
- La separación matrimonial.
- La muerte de un pariente cercano.
- Accidentes o enfermedades.
- La pérdida del trabajo.
- La jubilación.
- El embarazo.
- Los cambios financieros.
Todas estas situaciones que ocurren en algún momento de nuestras vidas, pueden provocar cuadros de estrés importantes en las personas.
La aparición, a principios de la pasada década, de la psiconeuroinmunología ha aportado nuevos datos que confirman que las situaciones ambientales y sociales capaces de inducir estrés tienen un impacto apreciable en la competencia del sistema inmune de las personas que experimenten estados emocionales crónicos de carácter negativo (Bayés, 1991; Borras, Casas, Roldan, Bayés y Cuchillo, 1988).
Está comprobado que hay personas que tienen más resistencias al estrés; practicar un deporte y tener redes de apoyo son esenciales. También ayudan el sentirse comprometidos con algo importante y plantearse desafíos interesantes.
El trabajo es beneficioso para la salud mental. Sin embargo, un entorno laboral negativo puede causar problemas físicos y psíquicos.
El acoso y la intimidación en el trabajo son problemas frecuentes que pueden tener considerables efectos negativos en la salud psíquica de las personas. Por otro lado, si las emociones dejan de funcionar en su dimensión adaptativa, se convierten en precursoras de malestar psicológico, que puede llevar a un trastorno.
Señales de Estrés
Si tienes algunas de esas señales, a continuación te enseñaremos algunas técnicas para disminuir el estrés:
- Realiza afirmaciones positivas del estado deseado. Ejemplo: “Estoy tranquilo, cada vez me siento más fuerte y relajada”.Si tienes algunas de esas señales, a continuación te enseñaremos algunas técnicas para disminuir el estrés:
- Mindfulness – Respiración profunda desde el diafragma: respire 4 veces en forma profunda, retenga la respiración 4 segundos y exhale en 4 segundos de tiempo.
- Ejercita la paciencia: respetar los procesos naturales de las cosas.
- Identifica y expresa las emociones que sientes, no las reprimas ni explotes desmesuradamente.
- Hacer ejercicios.
- Disfruta de una vida social activa con amistades, familia, pareja, hijos.
- Meditación.
- Coaching: contratar a un profesional para realizar procesos de coaching ontológico o coaching ejecutivo puede ayudar a las personas a gestionar mejor sus emociones y a identificar patrones que ya no le funcionan o que están mermando su estabilidad socio emocional.
Acciones preventivas organizacionales
Fomentar la empatía colectiva es una medida preventiva importante para disminuir el estrés u otros trastornos de la salud mental, a través de prácticas organizacionales (psicosociales) en las cuales se desarrollen:
- La equidad
- Balance trabajo – familia.
- Comunicación respetuosa y valorativa.
- Formación y acompañamiento a líderes sobre la gestión emocional y el desarrollo de habilidades blandas.
- Fomentar el autocuidado.
[1] Estudio “Prevalencias y brechas hoy; salud mental mañana” realizado en Chile el año 2016.
[2] González de Rivera y Morera, 1983. Texto “Emociones y salud”, Jordi Fernández Castro, 1994.
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